Por: Ernesto Aguilar, líder del área de Litigación de Grupo Wolf.
Desde inicios de 2015, junto a mis socios asumimos el desafío de transformarnos en profesionales que se desmarcaran del estático y tradicional perfil del abogado. En ese sentido, y junto a la constante búsqueda personal de desmarcarme cada vez más de lo tradicional, tuve la oportunidad de participar, hace algunos meses, en el Bucerius Legal Tech Essentials, impartido 100% online por la prestigiosa Bucerius Law School, de la ciudad alemana de Hamburgo.
Fueron seis semanas de constante aprendizaje y, además, de validación de las cosas que en lo personal y como equipo, hemos venido haciendo para ser cada vez más diferentes. En ese sentido y con esa ambición, pude confirmar la existencia conceptual de lo que yo había denominado, con menos lucidez, como un “neo abogado”.
En el idioma anglosajón, que resulta ser infinitamente más práctico e ilustrativo que el castellano, se nos ha denominado como los “T- Shaped Lawyers” o Abogados T, que existimos en contraposición de los denominados “I Shaped Lawyers” o Abogados I.
Básicamente lo que hacen estos conceptos es graficar cómo un abogado tradicional (I) tiene mucho y muy específico conocimiento sobre materias jurídicas y nada más, mientras que los neo abogados (T) están obligados a mantener esos conocimientos específicos y, además ampliarlos hacia otras disciplinas que deben ser complementarias a su formación jurídica, como lo son la tecnología, la informática y la programación, la ciberseguridad, la inteligencia artificial o el blockchain, entre otros.
La diferencia e importancia de la existencia y la exponente necesidad del mercado por los abogados T, es de tal envergadura, que Mary O’Carroll[1] señaló en el curso mencionado inicialmente, que, en compañías líderes como Google, por ejemplo, solo se contratan abogados T.
Los neo abogados o abogados T, además de un sólido componente de conocimientos y experiencias en temas legales y de las otras áreas comentadas, deben necesariamente caracterizarse por tener relaciones horizontales con sus colaboradores y clientes, poniendo a estos en el centro de su negocio y no al revés, como se maneja hasta hoy.
El cliente como centro de todas las estrategias, es una tendencia mundial que busca que este último tenga una experiencia positiva durante todo el proceso que significa la relación con este. Es difícil imaginar que hoy existan clientes que consideren positiva la experiencia de contratar un abogado (I).
Lo anterior nos deja un importante desafío a todos los que ejercemos esta profesión. Desde una vereda, a mantener y mejorar la forma de abogado T, y desde la otra, siendo la más poblada, a atreverse a dar el paso hacia la transformación del abogado tradicional, en estos nuevos y demandados neo abogados.
[1] Directora Legal de Google y Presidente de la legaltech CLOC
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